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Ganadores y derrotados

Los resultados electorales convierten en lógico, si no inevitable, que el Rey encargue a Pedro Sánchez la formación de gobierno. Lamentablemente, el partido de Sánchez distará mucho de la mayoría absoluta. Normalmente se suele decir que los pactos son buenos porque permiten negociar y moderar, y frecuentemente es cierto.

Sin embargo, en este caso lo que puede ocurrir ahora es que Sánchez tenga que ceder en cuestiones claves para que Podemos y los nacionalistas le apoyen, exacerbando las tendencias alocadas que en algunos asuntos, como los económicos, demostró Sánchez en este mandato. En cambio, un PSOE en solitario probablemente tendría un sentido de la responsabilidad más acusado. Los resultados han dejado también la posibilidad de un gobierno de centro izquierda, entre socialistas y Ciudadanos, que permitiría avanzar al país. Esta opción se topa con el obstáculo del manifiesto enfrentamiento personal entre Rivera y Sánchez, y, si valiera de algo, la promesa del primero de que no pactaría con el segundo, cosa que probablemente ya haya olvidado. Pese a todo, no deja de ser la opción más viable para el futuro del país. En cualquier caso, los pactos y las negociaciones, tal como se esperaba, comienzan hoy.

Pero, mientras se dibuja ese escenario, ayer hubo tres grandes derrotados a quienes hay que pasarles cuentas, especialmente en el caso de Pablo Casado y Albert Rivera. Aunque todavía en caliente, es oportuno que esta carta se dirija a ellos y les exija responsabilidades por sus desaciertos. ¿Nadie va a ser responsable en el Partido Popular de haber pasado de 137 escaños, con un presidente bastante abúlico, a los 70 obtenidos anoche, con un joven dinámico y agresivo? ¿Ese era el cambio que se proponía? No toda la culpa es de Pablo Casado, pero es evidente que los populares están trasmitiendo una imagen lamentable a la sociedad, que se lo ha hecho notar anoche, de manera cruel. La lista de desatinos que han dejado al Partido Popular en la irrelevancia es larga, alimentada por casi todos los líderes que ha tenido ese partido en los últimos años, tanto a nivel nacional como regional. En el caso de Baleares, que Podemos, un partido en declive por razones obvias, supere al otrora imbatible Partido Popular es para que sus dirigentes hoy mismo se marchen a casa. O por lo menos, que lo hagan en un mes, tras las elecciones regionales.

Probablemente más lamentable aún es el ridículo de Albert Rivera. Si Casado puede acusar a la herencia recibida de su fracaso, el líder de Ciudadanos se ha encontrado sin proponérselo con el mejor escenario que nunca hubiera pensado tener un partido emergente: que su rival directo se diluya, se haga el harakiri. Sin embargo, su ausencia de propuestas, su línea errática, su indefinición constante, le han conducido a no beneficiarse de ello. Rivera no parece un líder que tiene un ideario sino que más bien es una veleta que lee encuestas y se adapta a ellas. Su última idea de buscar a políticos socialistas o populares ignorados por sus partidos no parece que le haya ido nada bien. Lástima que nadie le hiciera una encuesta con el premio penoso que su línea variable le iba a deparar. Se supone que en los próximos días, Ciudadanos pasará cuentas internas y procederá a renovar su cúpula, como tocaría a un partido realmente sensible con sus votantes. Aunque, tal vez todavía les veamos celebrar que puedan acceder al festín, con algún ministerio en un gobierno con los socialistas.

Vox es otra historia. Ha obtenido una cuota electoral importante, pero muy inferior a lo que soñaba. Ahora veremos probablemente otro partido de aluvión, como ya ocurriera con Podemos, con militantes y dirigentes sin tablas, sin ideología, recogidos en una charla de bar. Ha conseguido entrar en el Parlamento, pero ahora deberá presentar sus propuestas negro sobre blanco en un papel y eso le retrará. No hay que olvidar que, en conjunto, Vox no ha llegado ni de lejos a donde pretendía.

Así, pues, ayer nuevamente los españoles nos dimos un Parlamento complicado para la formación de un gobierno. Habrá que esperar a las negociaciones para ver el papel que finalmente asume Ciudadanos, qué hipotecas tiene que afrontar Sánchez, y esperar que en este mandato se acometan al menos los retos más clamorosos que nos acucian y que o no se debatieron en la campaña o, si se hizo, se plantearon de forma simplona y banal. Mientras, este mandato podrá ser una buena oportunidad para que se renueve la derecha, con caras e ideas estimulantes. Buena falta que hace, tras años en los que los aprovechados lo coparon todo.

Esperemos que este mandato haya un gobierno competente y, por otro lado, la oposición empiece a estar liderada por personas que tengan una idea sólida del país que quiere.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , , , , , ,

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