El magistrado-presidente del Tribunal del Jurado ha dictado la sentencia condenatoria, por la que considera al joven responsable de un delito de asesinato por alevosía y otro de robo con violencia y uso de instrumento peligroso.
Además, el joven deberá indemnizar a los padres de la víctima con 200.000 euros, a los hermanos con 60.000 euros y a la pareja del fallecido con 60.000 euros. No podrá comunicarse y acercarse a la familia de la víctima durante 32 años.
En su veredicto, el Jurado asumió parte de las tesis de la abogada de la familia de la víctima que acusaba al joven de un delito de asesinato, mientras que la Fiscalía le imputaba un delito de homicidio, que hubiera conllevado una pena inferior.
Por otra parte, el magistrado condena al otro acusado por un delito leve de maltrato a pagar una multa de 600 euros, si bien aprecia que la pena debe considerarse cumplida por el tiempo que ha pasado en prisión preventiva.
La familia también acusaba a este chico de participar en el asesinato y el robo con violencia, a diferencia de la Fiscalía. El Jurado lo declaró no culpable de estos delitos.
La sentencia no es firme y contra ella cabe recurso de apelación ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJB).
La sentencia declara probado que la víctima salió a dar una vuelta tras la cena de Nochebuena de 2017 y que cuando regresaba a su casa se cruzó con los acusados, que habían estado en la playa de Figueretas haciendo 'botellón' con sus parejas.
También recoge que el acusado insultó a la víctima llamándole "carapolla" y que junto al otro acusado comenzó a empujar y golpearle, sin que la víctima pudiera hacer nada por defenderse. En ese punto recibió de forma imprevista un fuerte golpe en el lado izquierdo de la cabeza con una botella de cristal de ron que el acusado llevaba en la mano. Después le robó el teléfono móvil.
El joven cayó al suelo y tras unos instantes logró recuperarse del aturdimiento y llegar a su casa, hacia las 6 de la mañana, donde se acostó en su dormitorio después de limpiarse en el baño la sangre que tenía por la frente y por un oído.
La víctima sufrió un traumatismo craneal con una hemorragia interna y rotura de huesos craneales, que provocaron su muerte a las pocas horas de llegar a su domicilio. Su madre lo encontró muerto cuando fue a despertarle para celebrar la Navidad.
El teléfono móvil que el acusado robó a la víctima fue una pista clave para la investigación. Gracias a que el hermano del fallecido pudo proporcionar las claves de la cuenta de Google del teléfono, la Policía pudo consultar la geolocalización del terminal y reconstruir el recorrido que hizo el 'smartphone' aquella noche, un itinerario que terminaba en la 'casa okupa' que frecuentaban los acusados.