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Twitter se impone a la política REAL

Todo comenzó a inicios de los años 80. La llegada de Margaret Thatcher y Ronald Reagan al poder dio inicio a un proceso de concentración empresarial que también afectó a los medios de comunicación. En el caso del sector mediático, la concentración empresarial comenzó a establecer barreras de ingreso a otros actores mediáticos, así como dificultó aún más el pluralismo político de los medios.

Asimismo, la aparición de otros fenómenos surgidos también a finales del siglo XX, como la convergencia de medios o el avance de las nuevas tecnologías, no han hecho más que multiplicar los problemas de los medios de comunicación tradicionales desde entonces.

Y es que con la aparición de Internet y el desarrollo de la convergencia mediática, surgieron dos problemas más para el sector mediático: por un lado, la convergencia hacía cada vez más difícil controlar toda la información que difundía la prensa tradicional, al mismo tiempo que el avance de las nuevas tecnologías provocaba un liderazgo cada vez menos sólido de los medios de comunicación convencionales. Esta situación tan inestable de los medios se empezó a agravar con la llegada del siglo XXI, concretamente a partir de 2008. En ese momento, los medios debían de enfrentarse a un doble reto de difícil solución.

Mientras el sector mediático combatía una de las crisis económicas más fuertes de la historia, al mismo tiempo debía de plantar cara al nacimiento de las redes sociales. De ese modo, los periodistas empezaron a reconfigurarse para ganar ambas batallas, lo que acabó derivando en un periodismo de inmediatez, donde no importa tanto el análisis y el contexto del contenido informativo, sino simplemente ser el primero en decir la noticia. Esta forma de hacer periodismo en los últimos años, sumamente influenciada por la cultura digital y la necesidad de ganar audiencia de la manera que sea, ha generado una crisis de confianza hacia los medios.

De hecho, esa crisis de confianza que existe desde hace unos años hacia los medios de comunicación convencionales también se ha visto desplazado hacia al terreno político, lo que ha provocado el surgimiento de fenómenos como Trump, Marine Le Pen, Matteo Salvini o en el caso de España, la aparición de la formación ultraderechista Vox. Todos ellos movimientos sumamente populistas y con un cariz extremista en muchas cuestiones sociales o económicas.

Podríamos asegurar que el nacimiento de cada uno de estos fenómenos políticos no es más que la máxima expresión del hartazgo de muchos ciudadanos hacia la política tradicional (y los medios tradicionales). De hecho, cada una de estas formaciones políticas se caracterizan por el uso intensivo de las redes sociales (en concreto de Twitter), con el objetivo de dirigirse así a todos sus votantes de forma exclusiva, obviando así el poder de los medios de comunicación tradicionales y encarnándose como todo político antisistema, en la voz del pueblo.

Si bien es cierto que todos los políticos (independientemente de su ideología) han acabado por caer, en mayor o menor medida en el discurso simplista y sectario de Twitter, tampoco podemos dudar que los grandes abanderados del discurso tuitero son los movimientos populistas. No olvidemos que ha sido Vox, quien con sus mensajes infinitamente simples y radicales, ha marcado la agenda del PP durante todas las elecciones andaluzas (acuérdense sino de las declaraciones de Casado días antes de las elecciones).

Asimismo, durante la posterior negociación a tres entre PP, Ciudadanos y Vox (aunque la formación de Albert Rivera nos quiera hacer creer que ellos no han pactado con Vox), fue también la formación de Santiago Abascal la que marcó la agenda de los políticos, y por ende, de los medios de comunicación.

De hecho, no podría acabar este artículo sin antes señalar la preocupante actitud de algunos medios en nuestro país ante el surgimiento del fenómeno Vox. Y es que al igual que sucedió en EEUU con la llegada de Donald Trump a la política estadounidense, varios medios de comunicación españoles han optado por espectacularizar cualquier tipo de información vinculada a la formación ultraderechista, solo por la imperiosa necesidad de aumentar los beneficios económicos del medio.

Algunos periodistas españoles deberían saber que la mejor manera de cortarle las alas a movimientos populistas y extremistas como Vox pasa por normalizar todo lo posible cada una de sus informaciones, y no montar ese circo constante al que nos tienen acostumbrado durante este último mes. Si no, miren donde se encuentra ahora Trump. Que tomen nota.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , , , , ,

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