Por otra parte, y durante su mensaje de Año Nuevo, Emiliano García-Page, que sin duda estaba pensando en las ya cercanas autonómicas, aunque tenía cara de seguir emocionado por el aniversario de la Constitución, repitió en varias ocasiones que “los últimos 40 años han sido los mejores de la historia de España”. En cambio, no se refirió en ningún momento a que esa misma Constitución ha permitido que la corrupción campara a sus anchas, logrando que cantidad de delincuentes disfrazados de políticos hayan robado muchos millones de € de las arcas públicas por distintos procedimientos.
Porque no creo que el presidente de Castilla La Mancha piense, por dentro, que estos 40 años han sido estupendos precisamente por eso, porque muchas personas se han enriquecido ilegalmente y la mayoría no han sido condenadas. Pero es que resulta sospechoso que ni siquiera mencionara lo de la corrupción cuando, precisamente, ese fue el motivo de la primera moción de censura triunfadora en estos “mejores 40 años”, y además para conseguir el tercer presidente del PSOE. ¿O acaso no es posible que, al igual que Matas presidió las Baleares, un delincuente parecido pueda ser presidente de Castilla La Mancha?
No sé si los “mejores 40 años de la historia de España” han sido los que dice García-Page o lo fueron algunas de las cuatro décadas incluidas en nuestro Siglo de Oro, por ejemplo, y siempre contextualizando, pues quien puede saber si los españoles de ahora somos más felices de lo que lo eran aquellos, cuando ni siquiera se hacían encuestas sobre felicidad.
Mientras García-Page y Casado se ponen de acuerdo sobre qué 40 años han sido los mejores, muchos pensamos que sin nuestro expansionismo imperial del pasado no habrían nacido en España las élites más crueles de Europa contra su propio pueblo, y a las que su fracaso total las envenenó aún más. Sin ese pasado, un asesino nato como Francisco Franco, que puede nacer en cualquier sitio, jamás habría podido dar un golpe de estado, ni habría sido capaz de provocar la peor guerra civil del siglo XX en el mundo occidental, ni dominar a sangre y fuego durante una dictadura que Fulgencio Coll, ex militar, qué peligro, y candidato de Vox a la alcaldía de Palma, califica de “autoritaria y no totalitaria”, confesando, para justificarse, que le copia esa frase al socialista Felix Pons, presidente del Congreso de los Diputados durante casi todo el felipismo, otro del PSOE blanqueando el franquismo. Casi como Rajoy, que lo calificaba de “gobierno no democrático”.
En su discurso de fin de año también me recordó García-Page, con su despreciable metáfora sobre las “cunetas” de las autopistas para reclamar que solo miremos al futuro y nunca al pasado, al Pablo Casado que en 2015 denunciaba a los “carcas de izquierdas porque están todo el día con la guerra del abuelo, las fosas de no sé quién, la memoria histórica…”.
Y también me recordó a Casado por lo mucho que García-Page se llenó la boca de “España” durante su mensaje de Año Nuevo. Nada menos que siete veces pronunció esta palabra, por una sola vez “Castilla La Mancha”, máximo dos veces, por si he fallado durante la audición.
A mediados del mes de diciembre el nuevo líder del PP, que no dejaba de insultar un día sí y otro también a Quim Torra, me recordó al Millán Astray que amenazó a don Miguel de Unamuno. Bonita manera la que tiene Casado de ayudar a la “convivencia”, tal como expuso su admirado Felipe VI durante el discurso “real” de Nochebuena, que hasta siete veces pronunció esa palabra. ¿O no todos tienen que convivir, y contribuir por igual a conseguirlo?
Pero que Casado me recuerde a Millán Astray y García-Page me recuerdo a Casado no significa que García-Page me recuerde a Millán Astray, al menos de momento.
Si, es probable que a Pedro Sánchez le convenga esta vez acceder a los deseos de sus enemigos íntimos, que son, sin duda, los que más le hacen sufrir.
He leído que los barones le están pidiendo que no haga coincidir en la misma fecha las elecciones autonómicas con las generales. Parece que no quieren ser contaminados por la estrategia de negociación con la Generalitat de Catalunya. Si pensamos mal para acertar, esto solo puede significar que los barones quieren seguir haciendo política de nivel estatal durante la campaña electoral, un plano que no les corresponde. Porque, que se sepa, ellos deben dedicarse a gestionar lo mejor posible sus CC.AA. y, durante la campaña, a defender un programa electoral para el ámbito que gobiernan. Pero García-Page siete veces “España”.
Digo que esta vez Pedro debería hacer caso a sus barones porque las próximas Autonómicas constituirán una ocasión de oro para comprobar si esos barones que más hicieron por acabar con Sánchez en 2016 salen mejor parados que Ximo Puig, de Valencia, y la balear Armengol o, tal como ya le ha ocurrido a Susana, se vuelve a cumplir aquella norma no escrita que dice que, en caso de poder elegir entre el original o una copia, a la hora de meter la papeleta en la urna casi siempre gana el que más se parece a lo que es, aunque la elección pueda ser mortal.
