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Felicidades, abuela

Hace tan solo unas semanas, mi abuela materna cumplió 80 años. La celebración de su aniversario se caracterizó precisamente por la ausencia de dicha celebración. Unas cuantas frases afectuosas de sus familiares, sumados a los besos (reales y/o virtuales) de sus seres queridos fueron el regalo asignado a la cumpleañera. Un regalo que a buen seguro colmaron de felicidad a una persona que siempre se ha conformado con poco, acostumbrada más a dar que a recibir.

Aún así, mi familia ha creído oportuno resolver la anomalía de la “no celebración” del octogésimo cumpleaños de mi abuela, posponiendo dicha celebración para el mes de noviembre. Es decir, cuando el calendario laboral de los hijos lo permita. De hecho, hace tan solo tres años, mi familia se encontró en la misma disyuntiva ante el 80 cumpleaños de mi abuelo, una problemática que acabó felizmente solucionada con una gran comida familiar en Palma.

De hecho, recuerdo que el mismo día que se “celebraba” el octogésimo cumpleaños de mi abuela, reflexioné unos instantes sobre la conveniencia de festejar (o no) un cumpleaños. Bien es sabido que cuando somos jóvenes, celebramos nuestro aniversario como si fuera el acontecimiento más importante de la historia.  Las semanas anteriores a nuestro cumpleaños, los niños comienzan a recrearse en los regalos que recibirán, en la gente que acudirá al aniversario o incluso en el lugar en el que se celebrará la fiesta. Sin embargo, con el paso de los años, parece que algo tan elemental como cumplir un año más de vida, no es motivo de celebración suficiente para cualquiera de nosotros. Entiendo que ahora me estoy poniendo demasiado filosófico, demasiado pesimista incluso. Pero como bien he afirmado antes, resulta cuanto menos llamativo que a medida que nos vamos haciendo más y más mayores, ese afán por festejar un año más de existencia se difumina con el paso del tiempo. Y eso es justamente lo que me resulta más inexplicable de este asunto. Porque digámoslo alto y claro: ¿Resulta muy complicado que una persona cumpla 5, 10 0 15 años? En absoluto. De hecho, durante nuestros primeros años de vida rebosamos salud y gozamos de la protección de nuestros padres, por lo tanto resulta más complicado que “el alma se separe del cuerpo”, como bien recita Las Mil y Una Noches. Algo que no sucede en nuestros últimos años de vida. Y es que no nos damos cuenta, pero al final solo celebramos nuestro aniversario en los inicios de nuestra vida, ignorando así el gran triunfo que supone estar cumpliendo años mientras te encuentras rodeado de todo aquello que ha hecho más placentera tu vida. Desde cosas tan primarias y a la vez tan agradables, como dormir a pierna suelta o comer alguno de tus platos favoritos, así como disfrutar de la grata compañía de tus seres queridos o de tus aficiones más consideradas.

Supongo que hay gente que entiende que las fiestas de cumpleaños son parte exclusiva de los más jóvenes. De hecho, no les falta razón. Suele ser a los jóvenes a quien más le agrada el vivaz ambiente que caracteriza a dicha celebración. Sin embargo, no hay ninguna ley que dicte que un aniversario, del tipo que sea, se tenga que celebrar de manera fastuosa y sumamente ruidosa. Cualquier persona que posea un mínimo de sentido común sabe que lo importante no es el número de gente que acude a la celebración. Tampoco el lugar en el cual se celebrará el cumpleaños, ni siquiera el tipo de celebración que se llevará a cabo. Lo único realmente importante es celebrar el evento en sí. Un evento que sirve para homenajear, como es el caso de mi familia, las 8 décadas de existencia de mi abuela.

De hecho, mi abuela no es la única cumpleañera. En tan solo unos días yo también cumpliré 26 años. Como viene siendo habitual en mi caso en los últimos años, mis fiestas de cumpleaños se han ido transformado en las típicas celebraciones de alguien que atesora poco más de 20 años y que no gusta en exceso del ambiente festivo. Al igual que mi abuela, el día de mi cumpleaños recibo múltiples felicitaciones de familiares y amigos, así como algún libro para calmar mi avidez lectora. Una gratificación que considero más que suficiente cuando eres joven y aún tienes toda la vida por delante. Sin embargo, el prisma cambia radicalmente cuando llegas a la vejez. En ese momento tu salud no es la misma, la compañía que tenías en tu juventud puede que no sea tan numerosa como entonces…Por eso creo que se hace tan necesario que en la vejez se celebre algo tan simple y a la vez tan primordial, como cumplir un año más de vida. De hecho, recuerdo un diálogo de A Dos Metros Bajo Tierra que resume a la perfección la esencia del mensaje que quiero transmitir. Una clienta de la funeraria de los Fisher, el negocio que regenta la familia que protagoniza la serie, pregunta a Nate Fisher: “¿Por qué tiene que morir la gente?”. A lo que Nate responde: “Para que la vida sea importante. Nadie sabe cuánto le queda y por eso cada día debe ser fundamental”. A esto mismo me refiero. Y es que todos somos susceptibles de morir en cualquier momento, pero nadie conoce mejor esa realidad que los ancianos. Por eso considero totalmente lógico y normal que todas aquellas personas que miran un teléfono móvil con recelo (y no con ansia o hastío, como el resto de los mortales) sean las personas más indicadas para celebrar una fiesta de cumpleaños como se merece. Porque no todos los días se cumplen 80 años, felicidades abuela.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , ,

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