Mientras ocurría esto, la portavoz del gobierno certificaba la traición de Sánchez a todos los partidos que le hicieron presidente. "Es importante mantener la inviolabilidad del Rey", dijo, exactamente lo contrario que proclamó Sánchez antes de acceder a La Moncloa. Para morder de esta manera en la mano de quien te ha dado la comida solo puede haber dos motivos: A) Que el PSOE se haya vuelto definitivamente monárquico y le quiera disputar los "vivas" a Casado. B) Que el PSOE y el rey hayan llegado a un acuerdo para la abdicación definitiva, con cierre de la Zarzuela y conversión en museo para cobrar entradas a turistas en lugar de pagar gastos suntuarios. En ese caso, se comprende que una de las condiciones reales fuera la de que no se le pueda juzgar por nada de lo que pueda aparecer en el futuro, que la prensa, en el idioma de Letizia "mierda de LOC", todo lo encuentra.
Porque si fuera el primer motivo, Sánchez debe saber que la Monarquía, condenada a muerte antes o después, no le pagará la traición a los suyos y se lo llevará por delante en uno de sus miles de últimos coletazos, que ya lo hizo Franco Baamonde, el dictador asesino que la restauró.
Señora Montón, si consigue que su admirado presidente se ponga al teléfono cuando usted le llame, cuéntenos la conversación. Nos gustaría saber a cuanto se paga lo de ser víctima de su propio plagio. Porque para ocultar la vergüenza que le espera no creo que haya en este mundo escondrijo seguro ni dinero bastante. Ha conseguido usted convertirse en veneno para cualquier futuro político al que pueda aspirar, por un simple pecado de ambición mal resuelta.
Es malo hacer trampas, como usted y como ese tal Casado, que ya no recuerda nada de lo que plagió porque nada se atreve a enseñar. Si es que no lo ha destruido todo a martillazos, como es costumbre entre los suyos. Pero mucho peor, Carmen, es hacer trampas y salir derrotado. Hay quien mata por eso, pero crueles como Casado, además, torturan.
Fíjese, mujer y socialista, un gobierno con muchos socialistas perdió una guerra que no provocó, pronto hará un siglo de aquello y nadie en España, salvo la mitad de los catalanes, se atreve a pronunciar la palabra República. Esto también lo sabe Casado, y es el fundamento principal del miedo que representa y cultiva.