El continuo cierre de playas del litoral marítimo de Palma que han supuesto estas anomalías les está dejando a ustedes en mal lugar ante sus clientes y supone, citamos textualmente, “perjuicios y mala imagen que no pueden permitirse en un destino turístico como el nuestro”. Es decir, el suyo.
Porque para ustedes todo cuanto forma parte del entorno natural y medioambiental de Mallorca es de su propiedad: las playas son suyas, la costa es suya, las montañas, el clima, el sol… En realidad, según su peculiar e interesada visión de las cosas, la totalidad de los valores patrimoniales y paisajísticos de Mallorca les pertenecen y, desde este punto de vista, la isla no es más que un gran y reluciente escenario que les permite seguir acumulando beneficios millonarios. Han hecho ustedes de Mallorca su negocio particular. Diríamos más: la han convertido en su feudo particular.
¿Que las depuradoras se estropean y es necesario invertir en ellas para acabar con el lamentable vertido de aguas residuales en las playas? Pues que sea el pueblo, vía impuestos, quien pague esa inversión. Y que los políticos, a quienes ustedes no ven como representantes de la sociedad civil sino como simples maleteros de sus hoteles, arbitren las medidas adecuadas para que el dinero de los contribuyentes sea destinado a contentar al sacrosanto y todopoderoso sector hotelero para que pueda seguir facturando los millones y millones de euros que les depara la actividad turística.
A esos políticos, por cierto -buenos, malos o regulares-, les hemos votado los ciudadanos después de participar en el correspondiente proceso electoral. ¿A ustedes quién les ha votado? ¿Qué derecho creen que les asiste para ordenar, inquirir, exigir y leer la cartilla a las administraciones y a todo el que se pone por delante? Si quieren gobernar, señores hoteleros, preséntense a unas elecciones. Así funciona la democracia, aunque, desde luego, no es la forma habitual en que funcionan ustedes.
Por supuesto, no se han planteado ni siquiera durante una milésima de segundo, la opción de que sean ustedes, utilizando una minúscula parte de sus beneficios, quienes ayuden a sufragar la renovación de la infraestructura de depuración de las diferentes localidades de Mallorca y, de manera muy especial, de la Platja de Palma. No, de eso ni hablar. Ustedes a lo suyo, a forrarse, que de los gastos de la fiesta ya se ocuparán de pagarlos los maleteros saqueando los bolsillos de los contribuyentes.
Ya sabemos lo que ustedes, señores hoteleros, estarán pensando al leer estas líneas: que estamos inducidos por el pecado, tan común en estos días, de la turismofobia. No vayan por ahí, porque en nuestro caso se estarán equivocando. Muy al contrario: respetamos profundamente la industria turística por su indiscutible papel en la creación de riqueza y puestos de trabajo en estas islas. El problema es que ustedes confunden el turismo con los hoteleros. Y son dos conceptos diferentes. El turismo es una actividad positiva y productiva; ustedes, en cambio, constituyen un lastre insoportable a la hora de convertir la actividad turística en una fuente de progreso y prosperidad para toda la población, y no solo para su sector.
Por otro lado, y ya que adoptan un papel tan exigente con la administración, también va llegando el momento de que el resto de la sociedad les exija algo a ustedes. Por ejemplo, que cumplan la ley. Algo tan sencillo como eso. Las estadísticas que ha hecho públicas la Conselleria de Turisme certifican que el 80% de los establecimientos hoteleros inspeccionados en Mallorca cuentan con sanciones por vulnerar la normativa vigente en aspectos tan cruciales como el overbooking. Su avaricia es tan descomunal que no solo pretenden llenar sus hoteles de la manera que sea, aunque tengan que recurrir al turismo de la más baja calidad, sino que, encima, ni tan solo son honestos con sus propios clientes y les venden plazas de alojamiento que ni siquiera están en condiciones de garantizarles. ¿No les da vergüenza?
Y, por cierto, además del overbooking y otras muchas prácticas más que reprobables, no nos olvidamos de sus andanzas fiscales. De ello ya nos ocuparemos en otros artículos, pero, de momento, y como aperitivo, apunten este dato: América del Norte y América del Sur. Panamá. Paraísos fiscales. Junten estas palabras y obtendrán la ecuación que despejaremos, por supuesto, en próximas semanas.
Y también en próximas semanas hablaremos de las ‘kellys’. Sí, esas esforzadas trabajadoras a las que ustedes explotan miserablemente por un puñado de lentejas. Mirando con lupa cada lenteja, no sea cosa que les proporcionen alguna de más.
¡Ah! Y de la ecotasa también hablaremos. De ese impuesto al que ustedes tienen tanta manía a pesar de que no les cuesta ni un euro de sus beneficios. Por cierto, a la portavoz de la oposición -también conocida como ‘blablaProhens’- más le valdría aclarar sus ideas y las de su partido en relación a la ecotasa, porque mientras su líder en Madrid, Pablo Casado, dice una cosa, ella desde Balears dice otra diferente.
Señores hoteleros, seguiremos informando. Permanezcan atentos.
