Los hoteleros permiten a turistas de todo tipo instalarse en sus establecimientos con tal de obtener un beneficio económico del que la población balear y los trabajadores no reciben más que las consecuencias negativas. Los récords de llegadas de turistas a las Illes se traducen en un mayor bienestar para los empresarios del sector, si bien son un quebradero de cabeza para el resto de la sociedad.
La afluencia de turista provoca ruidos en los aeropuertos, colapsos en las depuradoras, atascos en las autopistas, violencia, drogas e incluso el tan temido 'balconing', una estampa que satura, año tras año, el paisaje de las Illes.
El desequilibrio que se provoca no es turismofobia, sino ser conscientes de que la industria tan potente como el turismo requiere unas fuertes herramientas de compensación para que todos los habitantes de las Illes estén en buenas condiciones. No se trata solo de suplir las necesidades de los que nos visitan ni de engrosar los bolsillos de los hoteleros.
Y es que los turistas que llegan con ánimos de desfasarse y emborracharse provocan un malestar superior por sus comportamientos: pasearse desnudos, gritar, mantener relaciones sexuales en la vía pública, y un interminable etcétera, no aportan beneficio alguno que no sea el de enriquecer a los empresarios del sector turístico.
José Tirado, presidente de ACOTUR, ha asegurado que esta situación es "algo tremendo, para deprimirse y darle un gran premio a las camareras de piso" que recogen la suciedad que dejan a su paso.
Los turistas, que llegan a las Illes pagando un precio ridículo, obligarán también a invertir gran cantidad de los impuestos que pagamos la limpieza de la vía pública, la movilización de fuerzas de la autoridad y a tener a punto ambulancias que les trasladen a los hospitales para evitar que se mueran.
Este dinero que se invierte en solventar las actuaciones del colectivo, no sale de la ecotasa ni de los enormes beneficios de los hoteleros, sino de lo que pagan los ciudadanos mes a mes.
Tal y como enseñó CANAL4 Diario, el ejemplo más real del turismo nocivo que no deseamos tener, se lo encuentran las camareras de piso cada vez que van a limpiar una habitación. Fluidos corporales de todo tipo, vómitos, suciedad, micciones, defecaciones e incluso sangre adornan los pasillos y habitaciones de establecimientos. Comportamientos del que solo hay un beneficiario: los hoteleros insolidarios.
Sara del Mar, de la Unión Kelly Balear, habla ante las cámaras de CANAL4 Televisió sobre lo que padecen cada día las camareras de piso: un trabajo que les sobrepasa y que se ven obligadas a hacer en tiempo récord para que puedan entrar a los hoteles nuevas tandas de auténticos vándalos.