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¡Ya están nerviosos!

Hace unos días saludamos el advenimiento de Casado al primer plano de la actualidad política nacional con estas palabras: “Lo que parecía imposible se ha logrado. Contra todo viento y marea, Casado se ha alzado con la victoria en el primer asalto. Rajoy y Soraya regularon tramposamente el proceso de primarias. Todo se preparó para que, por si acaso, se neutralizase la libertad y triunfará la continuidad. La marea se  ha llevado todo por delante. Casado, insospechadamente, se ha alzado con el santo: la Presidencia del PP”.

¡Por fin la derecha tiene un líder coherente! Ya se sabía que la izquierda (Psoe y P’s), los separatistas, así como C’s y Vox, deseaban y ansiaban el triunfo de Soraya. Todos ellos, al intuir en las vísperas, que la pelota estaba en el tejado, iniciaron en sus medios y a través de todos sus tentáculos (columnistas  y tertulianos) la habitual guerra sucia y de desprestigio. A partir de ahora –y pasadas las vacaciones-, oiremos de todo, se proclamará, si el PP sigue por su senda, un estado de alerta general, se extremarán las posiciones, se hará postureo contra el adversario, se ejercitará el deporte de la mentira, etcétera.Vamos que, una vez más, se evidenciará que los partidos, todos, están en lo suyo (en la caza de votos y la desinformación) y en el desprestigio  del adversario político. No así en lo que tiene que ver con el interés general. ¡Triste panorama!

Precisamente, una de las claves que explica  muchos de nuestros pecados así como la complicidad entorno a ellos radica, sin duda, en una opinión pública desinformada. Nunca los medios de comunicación han operado, como ahora mismo, a mayor distancia de su función constitucional. Nunca  los medios de comunicación  han sido menos independientes y nunca han exhibido un nivel más alto de ideologización política. No es extraño, por tanto, que no están centrados, en general, en ser la voz crítica de quienes gestionan lo público (gobiernos y alcaldías), que no exijan responsabilidad (o lo hagan con la boca pequeña) por lo pésimamente que nos representan algunos, que no alerten al ciudadano que paga sus  altos impuestos por el malgasto de tanto esfuerzo, que no se hagan eco de la frustración de las ilusiones ciudadanas que mentirosamente crearon en su día, que no denuncien abiertamente las múltiples violaciones de la libertad individual, etc. etcétera.

Desde hace ya mucho tiempo, desde Thomas Jefferson, en las democracias consolidadas occidentales no se ha concebido un gobierno sin medios de comunicación. Son los instrumentos esenciales del control democrático del poder. Son imprescindibles para lograr una opinión pública informada. Aquí somos, como es evidente, diferentes. ¡Así nos luce el pelo!

En mi última publicación (La utopía de una sociedad diferente, Caligrama, Barcelona 2016, pág. 257), dejé dicho a este respecto: “Como se les ve el plumero: su falta de responsabilidad, su raquítica objetividad, su servicio a las causas del poder, su buen semblante de estómagos agradecidos, su saber ponerse a la solana que más calienta".

"Aunque les moleste, quiero recordarles que existe un derecho de la gente a saber y que no les es lícito, como ha recordado Benigno Pendás, ‘acudir al refugio del poder en contra de la verdad’. Qué cada palo aguante su vela”.  ¡Casi nada!

De todas las reflexiones anteriores, te sugiero, estimado lector, una conclusión, que espero valores: si no quieres ser cómplice de tanto desvarío, si no quieres, incluso, tirar piedras a tu propio tejado, procura ser crítico y no aceptas sin más lo que te digan o sugieran en los medios de comunicación. Ni siquiera en aquellos a quienes, por el motivo que sea, tengas simpatía. Sé tú mismo. Atiende a las razones que ponen sobre la mesa y a tus intereses. No te fíes de tanto tópico, habitual en la jerga política, como se usa para llevarse el gato a su agua política, a la que, por mucho que disimulen, sirven fielmente.

Quizás un ejemplo y una pregunta puedan ser ilustrativos: El Gobierno Sánchez ha anunciado una subida efectiva del impuesto de sucesiones y donaciones. Se pagaría como si fuese una compraventa (8%). La subida aquí, en Mallorca, será muy significativa. No creo que a nadie, al margen de opciones políticas, le guste semejante proyecto socialista.

Pues bien, pregúntate si has visto aquí en todos los medios de comunicación una valoración crítica, como se merece. Pregúntate si en estos medios se te han ofrecido criterios para rechazar y ejercer oposición a semejante varapalo. Y, pregúntate, por último, por  qué  o a qué obedecerá tal omisión.  Responde con sinceridad y luego sé coherente con tu propio juicio.

Desde esta misma perspectiva, es oportuno subrayar frente a muchos que las etiquetas y sambenitos, echados para desprestigiar (‘derechista’) al adversario, no definen a quien se les pretende aplicar sino a quien las utiliza. Tan legítima es una opción de derechas como de izquierdas.

Responden a la existencia real de ciudadanos con determinadas posiciones dentro del marco democrático. Ambas posiciones son criticables por lo que hacen en concreto cuando gestionan, al nivel que sea, la cosa pública. Lo que me parece tendencioso y de escaso (por no decir nulo) interés público es intentar desprestigiar al líder de cualquier posición política porque es coherente con los interés de sus votantes y porque los defiende sin complejos. ¡Lo criticable sería lo contrario!

En este complejo problema que los españoles no acabamos de resolver –y que tiene sus evidentes repercusiones en Mallorca como hemos visto con la metedura de pata de Picornell-, siempre es buen criterio de valoración el siguiente: la defensa de una España de ciudadanos libres e iguales, sin discriminación alguna, vivan donde vivan. Lo contrario, esto es, recortes en la libertad y discriminaciones reales son rechazables, las patrocine quien las patrocine. ¡Adelante! Pero, no dejarse manipular. Los nervios me temo que aparecerán y cada día más intensamente. ¡Calma! Y, no caer en la trampa.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , , , , ,

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