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¿Es el "movimiento slow" un derecho…o una obligación?

En estos últimos días de clase en la universidad, mis compañeros y yo hemos debatido sobre la necesidad de adaptarse a las doctrinas que imparte el “movimiento slow”.

Dicho movimiento, que nació a finales del siglo XX como consecuencia de la llegada de Internet,  pretende desacelerar el alto ritmo de vida en el que nos han introducido las nuevas tecnologías. Vivimos en un mundo obsesionado con la rapidez, con avanzar rápidamente en el menor tiempo posible. De hecho, existen una serie de prácticas diarias que ejemplifican a la perfección el mundo acelerado en el cual vivimos. Rutinas que han cambiado en apenas unos años gracias a la irrupción de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, antes marcábamos varios botones en un teléfono para hablar con alguien, y ahora solo hace falta marcar un botón; antes solíamos leer, y ahora hacemos lecturas rápidas; antes caminábamos, ahora caminamos rápidamente. Aunque no lo parezca, ese matiz es importante. Y es que esta preocupante carrera contrarreloj en la que se está convirtiendo nuestro día a día, oculta por completo el daño que puede hacer esta cultura rápida.

Pero eso no es lo peor. Lo más grave que envuelve a esta cuestión no es el “que”, sino el “como”. La cultura del “hazlo rápido” se nos infiltra de tal manera que no percibimos como nos afecta. Y es que la inmediatez y la superficialidad de las nuevas tecnologías no dan lugar a la reflexión, al análisis. De este modo, no somos conscientes de como algo tan sutil (y a la vez tan demoledor y efectivo), nos afecta negativamente en nuestro día a día. Todo, absolutamente todo se ve lastrado por el enorme influjo que poseen sobre nosotros las nuevas tecnologías. Esta moda que se ha instalado actualmente de hacerlo todo en el momento y cuanto antes, acaba por afectar a nuestra salud, a nuestro trabajo o a nuestras relaciones.

Por lo tanto, ¿podemos “frenar” en este mundo apresurado? Es evidente que podemos hacerlo, pero no podemos obviar que vivir con la velocidad nos gusta. La velocidad es divertida y nos distrae de lo verdaderamente importante, de las preguntas que todo ser humano se debería de hacer alguna vez en su vida: ¿soy feliz? ¿Es este el trabajo que quiero? ¿Necesito continuar esta relación? De hecho, ¿porque creen que una vida lenta no encaja en el ideal de una persona del siglo XXI? Ahora se entiende por lento como un sinónimo de vago, como alguien que se rinde a la primera de cambio. Y es que la palabra “lento”, al igual que las palabras “soledad” o “secreto”, ha sido violentada y manipulada por nuestra sociedad con la llegada de Internet y las redes sociales.

Ahora bien, ¿Cómo influiría el “movimiento slow” en nuestras vidas, de qué manera debería de intervenir? Desde el punto de vista laboral,  cualquier empresa que apostara por la conciliación y la racionalización de horarios (punto clave de esta escuela de pensamiento), aumentaría significativamente su productividad y competitividad. Y es que más horas de trabajo no significan si o si un mayor rendimiento. De hecho, en el colegio sucede igual. Que se manden deberes sin cesar no significa que estés formando un alumno más aplicado e inteligente. Solo estás cargando de trabajo a un niño que acaba de comenzar su vida, y que tiene todo el derecho a disfrutarla. Asimismo, una mayor influencia del “movimiento slow” en nuestro día a día enriquecería nuestra salud y nuestras relaciones personales, minusvalorando las prisas, el estrés o la ansiedad ante cualquier imprevisto o desafío que nos plantee la vida. En definitiva, lo que busca esta escuela de pensamiento se define perfectamente en su lema: “trabajar para vivir, no al contrario”.

Por último, no me gustaría cerrar este artículo sin nombrar antes una “curiosa” coincidencia, totalmente vinculada a lo que hemos tratado en los anteriores párrafos. ¿Sabían ustedes que ex trabajadores de Google y Facebook (los mayores símbolos del dominio tecnológico), han creado una campaña alertando sobre el uso adictivo de ambas plataformas? Asimismo, llama mucho la atención que en estos últimos años, coincidiendo con el auge de las nuevas tecnologías, se haya producido un repunte en la prevalencia de las enfermedades mentales. Juzguen ahora ustedes la necesidad de recurrir al “movimiento slow”.

Actualizado: 14 de marzo de 2022 , , ,

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