Las promesas electorales tienen fecha de caducidad y en demasiadas ocasiones asistimos a flagrantes incumplimientos. Flagrantes y gigantescos incumplimientos. Y, siempre que eso ocurre, los ciudadanos chocamos contra la misma cantinela por parte de los políticos: hemos trabajado mucho, lo hemos intentado, no ha sido posible. De buenas intenciones está empedrado el infierno.
La educación, la sanidad y los servicios sociales son prioritarios en una sociedad moderna, avanzada y democrática. Ninguna otra realidad pasa por delante de ellos. Los presupuestos públicos, que surgen de los impuestos que pagan los ciudadanos, deben dedicarse prioritariamente a aquello que es verdaderamente importante. Todo lo demás pasa a un segundo plano o, simplemente, debe ser obviado.
Señora Armengol, goza de una privilegiada posición que ningún otro presidente autonómico balear ha disfrutado nunca en cualquiera de las anteriores legislaturas. Los presupuestos que usted ha administrado este mismo año que ahora acaba y los que estarán a su disposición el próximo 2018 son los más altos jamás aprobados por nuestro Parlament. Por ello, las prioridades sociales, sanitarias y educativas deben gozar del protagonismo que nunca deberían haber dejado de tener.
Sin embargo, en nuestra comunidad, hay todo un mundo entre lo que debería ser y lo que verdaderamente es.
El acceso a una vivienda digna por parte de todos los ciudadanos de las Illes Balears sigue siendo un objetivo no conseguido. Alegará usted múltiples dificultades. Desde que los ayuntamientos no le han cedido los solares necesarios para construir sobre ellos edificios de pisos de protección social a que los alquileres vacacionales han copado las viviendas vacías ya construidas. Dos mantras que nos han acompañado toda la legislatura pero que, simplemente, solamente reflejan la falta de inventiva por parte de su equipo más cercano.
También alegará usted que ahora está en trámite en la cámara balear la nueva Ley de la Vivienda, que pretende poner los cimientos para solucionar las carencias que padecemos. ¡A buena hora!
Señora presidenta. Alegue usted lo que desee, que para eso está en su democrático derecho. Pero no nos haga hacer creer lo que no es. El calendario no miente y tampoco las personas que hacen cola ante las oficinas del Institut Balear de l’Habitatge.
Dos años y medio después de su llegada a la poltrona del Consolat de Mar seguimos asistiendo a desahucios de familias sin recursos, seguimos viendo a personas en infraviviendas, seguimos sin construir pisos de protección social y seguimos paralizados ante un problema de primerísima magnitud.
Es hora de dejarse de frases huecas. Es hora de que este Govern de las personas se preocupe también de los más desarraigados que sobreviven en misérrimos cuchitriles. Es hora de ponerse a trabajar de verdad en conseguir casas dignas para todos.
Señora Armengol: han pasado dos años y medio de legislatura y seguimos presenciando la ignominiosa escena de los desahucios. Mientras sigamos padeciendo como colectivo otra expulsión forzada de una familia de su hogar, usted no podrá decir que lo ha intentado, que ha trabajado en ello y que ha avanzado. Nunca. Haga, señora presidenta, lo que debe hacer: solucionar los problemas de verdad. Hágalo.