Estamos en la semana del Debate sobre el Estado de la Comunidad, esa cacareada cita parlamentaria en la que usted, una vez al año, tiene la oportunidad de, ante los representantes de la ciudadanía, pasar revista a los objetivos alcanzados, destacar los éxitos conseguidos y presentar sus grandes proyectos de futuro. Lamentablemente, este debate no ha servido nunca para entonar un ‘mea culpa’, reconocer errores o cumplir la penitencia autoimpusta por defraudar las expectativas creadas.
Los ciudadanos, que deben ser verdaderos protagonistas de la vida institucional, seguramente vivirán esta cita parlamentaria, una vez más, con absoluta indiferencia, por no decir, incluso, desprecio hacia los políticos.
En este ámbito real de absoluto distanciamiento entre los espejismos que pueblan los enmoquetados despachos oficiales y la vida real, debe usted, señora presidenta, preguntarse si está solucionando o no los problemas que padecemos los ciudadanos.
¿Tenemos una mejor atención sanitaria pública? ¿Nuestros ancianos, tras toda una vida de esfuerzos y entrega, viven cómodamente sus últimos años y apoyados de forma satisfactoria por la sociedad a la que han servido? ¿Hemos acabado con el aberrante fracaso escolar que padece nuestro sistema de enseñanza? ¿Cada vez nos visitan más turistas que desean calidad y tranquilidad frente a los que llegan a Baleares solamente para emborracharse y destrozar nuestras islas?
Para no alargarnos, señora Armengol: ¿vivimos mejor ahora que hace tres años?
Esta respuesta, como su larga experiencia política le indica, es un arma de doble filo. Si, una vez más, se retrotrae a la anterior legislatura, quizás le será fácil establecer comparaciones. Aunque, después de tres largos años de su gobierno, a algunos les parezca ya ridículo, por no decir cobarde, seguir utilizando la coletilla de la herencia recibida.
Señora presidenta. Avanzando aceleradamente hacia el fin de la legislatura, ha llegado el momento de apurar los tiempos y priorizar aquellas decisiones que realmente supongan una mejora fehaciente de nuestro marco de convivencia. Mirando hacia atrás verá lo que prometió en la última campaña electoral y lo que ha discurseado en los pasados debates sobre el Estado de la Comunidad. Tome nota punto por punto de lo que dijo y chequéelo con lo que ahora vivimos.
¿Está satisfecha o sus aspiraciones se limitan a ir pasando páginas del calendario a la espera de unos próximos comicios?
Señora presidenta: se le acaba el tiempo. Le queda un año y unas pocas briznas más. No se crea a los que le adulan y le ríen las bromas. Sea consciente de que seguimos padeciendo feroces desigualdades y los servicios públicos viven amarrados a una ineficacia flagrante.
Su objetivo, como el de todos los presidentes que nos han gobernado en el pasado reciente, es hacer que los ciudadanos de las Illes Balears vivan mejor cuando usted se vaya de la poltrona que cuando usted llegó a ella.
¿Cree usted, sinceramente, que lo está consiguiendo?
Aún está a tiempo de lograrlo. No se rinda, no se acomode, no se deje engañar por sus múltiples asesores. Seguro que usted tiene muy buenas ideas, como seguro que también las tienen los miembros de la oposición. Sea capaz de sumar antes que restar. En ello se fundamenta la democracia y de ello depende el bienestar cívico. Consígalo. Es su obligación.