En esta edición la concentración previa a la salida tuvo en el Castillo de Bellver en lugar de las Avenidas de Palma, zona desde donde se ha salido en los últimos treinta años.
Desde la organización denuncian que además de la lluvia, los motoristas se encontraron con una dificultad añadida: la falta de iluminación. Y es que según denuncian, los miles de participantes se encontraron que ninguna de las farolas del aparcamiento del Castell de Bellver estaba encendida.
La salida de la multitudinaria prueba tuvo que hacerse a oscuras. Por ello, los organizadores del evento lamentan la mala imagen que se ha dado de la ciudad a los participantes de la prueba, muchos venidos de la península y de fuera de España.
Pese a la falta de luz, la organización ha querido agradecer el control policial durante la vuelta en moto aunque muchos de los participantes tuvieron que abandonar la vuelta a causa de la climatología adversa.