Bàrbara Perelló, Delegada de Mallorca y Menorca de la Congregación Franciscanas Hijas de la Misericordia, cuenta que "recibieron la noticia con mucho dolor" por todo el tiempo que han estado allí y por toda la gente a la que dejan, pero justo después "sintieron mucho agradecimiento"
La religiosa asegura que no se van porque quieran, sino porque "no les dejan seguir". La falta de vocaciones no les ofrece otra solución. Lamenta que, hoy en día, "Dios grita, pero no sabemos escucharlo", porque nos encontramos en una sociedad muy distinta a la de 1934 cuando las Hermanas llegaron a Lluc. "La sociedad de hoy tiene de todo y está más necesitada que nunca" resume Perelló.
La Delegada Franciscana insiste en que no puede hacer otra cosa que "dar las gracias por lo que les han dado y dejado hacer" tanto a los frailes como a toda la gente que ha subido hasta el Monasterio