La última imagen, totalmente reveladora, es la de unos pantalones de mantenimiento que siendo nuevos tenían la cremallera rota. La forma de repararlos fue ponerles una anilla de llavero. Dicho apaño surgió como la mejor de las soluciones aportada por el servicio de lencería.
En tiempos de son Dureta, el servicio de lencería contaba con más de una decena de costureras que diariamente reparaban camisones, sábanas y ropa de los distintos empleados del centro. Un servicio que costaba relativamente poco pero ofrecía un alto rendimiento. En comparación, actualmente en son Espases hay solo dos costureras (una fija y otra en rotación) además de falta de material para ejercer su trabajo (botones, cremalleras...).
Así pues, un ejemplo más de que la concesionaria de son Espases tiene por norma trabajar bajo mínimos a pesar de que, a la larga, salga más caro a los contribuyentes.
En caso de rotura, a la concesionaria le resulta más favorable económicamente optar por una mejora, que por encargar un arreglo a su propio personal.
El servicio de lencería de son Espases no puede ni hacer un arreglo de cambio de cremalleras o botones por falta de personal, y también de material. El personal para atender las necesidades de uniformidad de todo el centro hospitalario son totalmente insuficientes. Así pues, ante unos pantalones nuevos donde bastaría cambiar una cremallera, se opta por adquirir unos de nuevos y desechar aquellos que, con un simple arreglo, se podrían seguir aprovechando.