Así se desprende de los resultados de un estudio publicado en la revista 'American Heart Journal', a partir de los datos de un registro nacional con más de 156.000 pacientes de Suecia utilizado para analizar diferencias en la incidencia de los infartos a lo largo del año.
En concreto, se centraron en determinados periodos que se caracterizan por un estrés más alto o bajo para confirmar la relación ya conocida con esta enfermedad cardiovascular.
Todos los eventos registrados en el estudio tuvieron lugar entre los años 2006 y 2013, aunque la información disponible no permitió medir otros factores como el inicio de los síntomas y las fechas de los ingresos hospitalarios.
Lo que sí comprobaron, ha explicado John Wallert, autor del estudio, es que las fechas del calendario relacionadas con una mayor relajación o un mayor estrés personal pueden influir en la incidencia de los infartos.
Esta relación ya se ha observado en estudios previos que han analizado la incidencia vinculada a eventos altamente estresantes, como un terremoto o un acontecimiento deportivo importante como el Mundial de fútbol.
Pero el estudio muestra ahora que también puede tener un vínculo con el estrés propio de la vida laboral, lo que explica que los picos máximos de infarto sean los lunes por la mañana, justo después del fin de semana.