Por antonomasia el macho en todas sus especies ha representado la virilidad, la fuerza, el dominio y la hembra en cambio ha supuesto la imagen de la sensualidad, la magia y el erotismo.
A pesar de la evolución de los tiempos, la liberalización de la mujer, la igualdad, etc., las mujeres somos más de sentir e imaginar sexualmente hablando y los hombres son más de ver y actuar.
La revolución sexual (educación sexual incluida) todavía no ha equiparado de manera eficiente la igualdad en el sexo entre hombres y mujeres.
El hombre de antaño sin descartar parte de los existentes actuales, siempre busca el orgasmo como fin único a su relación y acto, mientras que la mujer aparecía antiguamente como mero instrumento de ese evento.
En casi todos los ámbitos el orgasmo femenino estaba mal visto. Ahora en la actualidad el hombre ha ido sacando parte de ese egoísmo mientras que la mujer persigue de igual manera o más el placer y el orgasmo.
Todavía queda mucho primate suelto y misógino cascabelero que no acepta las reglas del juego pero al final en este nuevo siglo se equiparará la sexualidad y triunfará la igualdad.
Muchos hombres todavía no están preparados para comprender la idiosincrasia más íntima de la mujer. Sólo los más evolucionados y activos lograrán abrir las puertas del paraíso.