Se trata del cuarto año que se realiza este estudio, que permite profundizar en el conocimiento y distribución de los vertebrados amenazados del Mare Nostrum. A raíz del acuerdo, se ha llevado a cabo un trabajo de grado de la Universitat de Girona, uno de máster de la Universitat de Barcelona y uno de investigación de Bachillerato.
Los datos de 2016 indican un repunte de las poblaciones estudiadas respecto al año anterior, debido, con mucha probabilidad, a factores ambientales, puesto que el 2015 se produjo el efecto climatológico conocido como El Niño y La Niña. Esto podría explicar la disminución de observaciones de delfines y cetáceos pelágicos de esa temporada.
Entre enero y diciembre de 2016 se han realizado 13 embarques, con 1.229 millas navegadas y 3.498 minutos de censo estandarizado efectuado por 17 observadores cualificados. El resultado ha sido de 547 avistamientos, el 70% de aves, sobre todo marinas, a pesar de que también ha habido alguna terrestre dado que el área de estudio se encuentra en una ruta migratoria activa, y el 22,8% de cetáceos (631 ejemplares). El resto han sido tiburones y túnidos (33 observaciones) y tortugas marinas en alta mar (3).
Los ciclos estacionales de las aves marinas, que pueden nidificar en las Baleares y alimentarse en la costa catalana, como las pardelas cenicienta (Calonectris diomedea) y balear (Puffinus mauretanicus), o bien efectuar migraciones parciales entre las dos zonas, como el cormorán moñudo mediterráneo (Phalacrocorax aristotelis desmarestii), explican la estacionalidad de los datos registrados pero, además, dan cifras sobre especies pelágicas poco conocidas.
Así, por ejemplo, se ha empezado a conocer mejor, por primera vez, la distribución pelágica invernal de la gaviota enana (Hydrocoloeus minutus), especie protegida que cria en el norte de Europa pero que inverna en alta mar en el Mediterráneo. Los 204 ejemplares observados ayudarán a modelizar mejor su distribución a la costa y mar catalán. También se ha censado y cartografiado la distribución de especies amenazadas, como la citada pardela cenicienta (439 ejemplares censados) o el diminuto paíño mediterráneo (Hydrobates pelagicus melitensis), una especie de la medida de poco más de un gorrión, de color negro y que vive en alta mar, y del cual se han detectado 13 ejemplares, a pesar de la dificultad que implica su avistamiento dadas sus reducidas dimensiones.
Durante el estudio se han observado todas las especies frecuentes de cetáceos en el mar catalán-balear. El delfín listado (Stenella coeruleoalba) es, como se esperaba, la especie más abundante, con 86 avistamientos (6,61 de media por trayecto) y un total de 568 ejemplares detectados. Destacan también las 17 observaciones correspondientes a 20 ejemplares de rocual común (Balaenoptera physalus), la segunda ballena más grande del mundo, efectuadas entre febrero y julio, así como la presencia de cachalotes Physeter macrocephalus (7 ejemplares), siempre en aguas entre 1.800 y 2.000 metros de profundidad. Uno de estos cachalotes, una hembra adulta con una cría, era casi blanca, técnicamente leucística, una aberración cromática que recuerda al albinismo y que hace los ejemplares casi blancos, y con casi total seguridad es el ejemplar que ya se ha visto con anterioridad en costas francesas del golfo de León y también en Italia.
En mayo hará cuatro años que se firmó el convenio de colaboración entre la Generalitat de Catalunya y la Fundació Baleària para la conservación de la biodiversidad marina en el medio marino catalán. Los barcos de Baleària, que conectan diariamente Barcelona con las islas Baleares, son plataformas idóneas para la sensibilización sobre la importancia de la conservación de la biodiversidad marina. A los ferries se han colocado pósteres divulgativos y de identificación de la fauna marina y se han realizado actas de divulgación y sensibilización.