Bueno para nada. Así se define a aquellas personas, animales, objetos, grupos o incluso plantas que ocupan un espacio, tienen una presencia o atesoran un protagonismo social que no sirven para nada, que no aportan ningún input positivo y que, además, son una rémora. Usted, señor Vidal, presidente del PP balear, es bueno para nada.
El fin de su mandato al frente del grupo político más importante de nuestra comunidad está ya muy cerca. Su presidencia, que se planteó inicialmente como provisional y anecdótica, se ha alargado innecesariamente en el tiempo y dejará, eso no lo duda ninguno de sus propios compañeros, marcas indelebles entre los populares y, lo que es más chirriante para su propio partido, entre la inmensa mayoría de la ciudadanía.
Sin necesidad de alargar la relación de momentos peculiares que usted dejará en el libro de la historia del Partido Popular, podemos iniciar nuestro repaso de recuerdos imborrables con el aumento de sueldo que se autoconcedió sin dar conocimiento de ello ni siquiera a sus propios afiliados. Con el desparpajo que caracteriza a los que están acostumbrados a medrar en las sombras y el oscurantismo, además de su opíparo salario como parlamentario autonómico, se regalo a sí mismo un plus de 24.000 euros netos anuales, con lo que usted se adjudicó a su propia persona unos ingresos anuales de 80.000 euros. Por si a usted se le ha olvidado –a nosotros no, señor Vidal–, 80.000 euros anuales es más de lo que cobra la mismísima presidenta del Govern de les Illes Balears, Francina Armengol.
Si ya de por sí es éticamente inclasificable que un político se autoaumente el sueldo, lo de usted rayó en lo ofensivo y lo esperpéntico cuando, para justificarse, tuvo la peregrina ocurrencia de decir, textualmente: “Nadie hace tantas horas por tan poco dinero. Una camarera de piso cobra más que yo”. Fin de la cita. Ante la contundencia de sus propias palabras, que le definen absolutamente, sobran más comentarios.
Su aquilatado y contrastado interés por ingresar más y más euros –avaricia le llaman a este síndrome en la tradición secular– le ha llevado, una vez más, a figurar en el libro de los récords de los políticos que, en el desempeño de su cargo, han conseguido paso a paso, con un buen gesto y sin perder la sonrisa, beneficiarse de incrementos pecuniarios muchísimo más elevados de los que nunca podrán llegar a aspirar la inmensa mayoría de los ciudadanos de las Islas Baleares. No consolidó usted el plus salarial de 24.00 euros anuales que le tenía que pagar su propio partido, pero no cejó hasta conseguir una cantidad económica similar, aunque fuera por otro camino.
¿Y cuál fue ese camino? Muy fácil: cuando su compañera Maria Salom dejó la vicepresidencia del Parlament para ascender a la Delegación del Gobierno de España, usted se colocó en posición de primera línea para ocupar más rápido que el rayo la poltrona que quedaba vacía. Y así fue.
No hubo opción a que ningún otro compañero parlamentario de su grupo pudiera ni siquiera esbozar su interés por el cargo. Usted mismo y los que en la dirección del partido y el Parlament le ríen las gracias, le auparon a un puesto gracias al cual se lleva la no despreciable cantidad de 75.000 euros anuales, entre sueldo mensual y pluses de libre disposición. ¡Vaya, qué casualidad! Otra vez una cifra muy lejos del alcance de los simples ciudadanos de a pie.
Si su amor por los euros no le colocara ya en una muy peculiar y controvertida posición para encabezar la presidencia del Partido Popular con la dignidad que el cargo requiere, no ha dejado tampoco de sorprender su continuo pasteleo durante meses de cara a eternizarse en el puesto. En algún momento del proceso de interinidad del que usted se ha beneficiado personalmente, incluso ha optado a presentarse como la solución a todos los problemas existentes y ha anunciado la voluntad de seguir en el cargo tras el congreso que ahora sí se va a celebrar. ¡Y eso que usted, señor Vidal, iba a ser un presidente provisional, breve y de tránsito!
Recordemos que a usted no le eligieron los militantes del PP. Usted fue cooptado por sus propios compadres de la directiva cuando el anterior presidente, al que usted –por cierto– le debía el cargo, dejó la primera fila para enderezar la posición de un partido que necesitaba recapacitar ante la realidad del presente de ese momento y encarar el futuro con garantías de éxito. Usted llegó a ser presidente del PP porque José Ramón Bauzá tuvo la dignidad de dimitir. Y usted llegó a ese puesto porque el mismo José Ramón Bauzá le nombró su secretario general. Por tanto, usted ha llegado donde está sin presentarse a ningún congreso, sin ser votado por nadie y sin la legitimidad democrática que su cargo requiere. Y encima, ha sido desleal al que le nombró. Vamos, una joya.
Y ahora, cuando su presidencia boquea cercana a la extinción, abandonará el cargo dejando para los anales una sorprendente e incomprensible decisión, totalmente incompatible con la realidad actual de una España que se ha visto sacudida por los anti sistema, en pleno auge de los medios de comunicación audiovisual, del imparable auge de las redes sociales y, lo que es más estentóreo, de la necesidad de abrir las puertas de todas las instituciones y de todos los partidos a los nuevos tiempos de la transparencia. Usted y su dirección han decidido prohibir los debates públicos de los dos candidatos a presidir el Partido Popular de las Illes Balears.
Nos parece mentira que en la Europa del siglo XXI tengamos que asistir a este hecho, pero así es: usted ha prohibido los debates abiertos, libres, plurales y públicos de sus candidatos. Y eso ocurre en un partido que se autodefine como democrático. Si no fuera verdad parecería un mal chiste.
Francina Armengol debatió con Aina Calvo en CANAL4 en las primarias para encabezar la lista del PSIB en las últimas elecciones autonómicas. Un debate abierto a toda la sociedad en unas elecciones internas de los socialistas. También debatieron José Hila y Ramon Socias para ser el líder del PSOE de Palma en la carrera hacia Cort. Otro debate abierto frente a las cámaras de CANAL4 ante unas votaciones también restringidas a los militantes del partido socialista. Y, asimismo, los cuatro aspirantes a la secretaria general de Podemos Baleares (Alberto Jarabo, Lola Fernández, Antoni Bennassar y Tomás Fernández) contrapusieron sus propuestas en CANAL4 ante unas elecciones en las que solamente podían votar los propios militantes morados.
El Partido Popular, porque usted lo dice, va a ser menos democrático que PSIB y Podemos. Y después de esto usted pretenderá que la ciudadanía y los militantes de su partido sigan creyendo que el PP es tan democrático como el PSIB y Podemos. ¿En qué mundo vive usted, señor Vidal? ¿Merecen los militantes, seguidores, simpatizantes y afiliados del Partido Popular empatizar con un grupo político cuyos dirigentes les sitúan en un marco social y democrático inferior a los socialistas y a los podemitas?
Una persona cercana a usted le definía hace unos días como “un home bo”. Un hombre bueno por su eterna sonrisa y aires de no haber roto nunca un plato. Inmediatamente, otro apostillaba, recapacitando hacia donde está usted llevando al Partido Popular: Vidal no es “un home bo”, es un “home bo, bo”.
Sí, señor Vidal. Tras prohibir los debates, ya es usted el presidente “bo, bo” del PP balear.