Entonces sugeríamos una posición, que sigo entendiendo prioritaria e inexcusable: atreverse a desoír a muchos de sus supuestos e interesados asesores mediáticos y a algunos ya viejos ‘padres de la patria’, que sólo sirven, por su manifiesta sumisión, para disimular un viejo caciquismo. Visto desde fuera y a la distancia pertinente, no se entiende que el PP, a estas alturas, siga dando vueltas en torno del ‘amo’, que siempre –también ahora- ha estado mal metiendo y enredando las cosas. Hasta en eso de la corrupción, tan definidora del ADN del PP, marcó el camino a seguir. ¡Es aquí donde le duele! Y, muchos, demasiados, sin querer enterarse y dispuestos a seguir obedientes su voluntad.
No he escuchado todavía a su ‘mandado’ ni una sola palabra ni una sola idea que pueda entrañar un atisbo de cierto proyecto político o de cierta ideología propia. Cuestión – a mi entender- esencial, que el Sr. Company elude y eludirá. Sencillamente, porque nada en la carestía más absoluta al respecto. Si todo lo que nos puede ofrecer, es que siguamos el camino que marca su ‘amo’ (el rancio ‘cañellismo’) y el de otros ya viejos compadres que le rindieron pleitesía, estamos apañados. ¡Vaya panorama! ¡Vaya alternativa! Como decía Galdós, ¡atranca la puerta!
En elogio de tan disciplinado monaguillo, algunos medios interesados pretenden desprestigiar las acusaciones (mantener posiciones catalanistas) de sus contrincantes. Desconozco qué piensa sobre el particular la militancia del PP y qué importancia le otorgará a la hora de la votación. Lo que, personalmente, no dudo es de que no andan desencaminados. No es una tontería. Ni mucho menos. Se ve que tan cierta acusación –a todas luces visible- le hace daño al candidato del padre de la inmersión lingüista y al propulsor de que el PP se ‘mimetice con sus enemigos’. ¡Lo que hay que oír!
La experiencia nos enseña que en Baleares padecemos una solución más concentrada de lo normal en nacionalismo, en regionalismo, en provincianismo, en cañellismo, en inmersión lingüista. Ya tenemos para ello al Psoe, a Mes, a P’s, al PI, a ERC. ¿Qué quieren ahora? ¿Sumar además al PP a tanto ‘ismo’? Son, en realidad, incapaces de atisbar algo más allá de la Dragonera.
Tengo dicho y vuelvo a reiterar que, a mi entender, se necesita un PP más abierto, más universal y democrático, más en sintonía con los signos de los tiempos, más acogedor de cuantos nos visiten, más impulsor de la gente emprendedora, más amante y asegurador de una eficaz instrucción y capacitación futuras de nuestros hijos (objetivo prioritario e irrenunciable). Se necesita un PP que, en el marco anterior, no dude ni transija con medias tintas respecto al aprendizaje idiomático. No tiene que temer a los ‘camisas verdes’, imperantes gracias a su complicidad y claudicación en tiempos pasados. Se necesita un PP fuerte, con ideas claras, que no sea apoyo cómplice de aquello que rechaza su votante.
La propuesta del Sr Company significa mezclar churras con merinas, que sólo servirá –como ha ocurrido hasta ahora- para tener el enemigo en la propia casa, para tener que convivir con la división y el enfrentamiento, para disipar y debilitar la propia fortaleza, para enfadar al propio electorado, para facilitar, en definitiva, que el adversario político tenga una oportunidad de gobernabilidad. ¡No deberían olvidarlo!
Veremos quién se lleva el gato al agua. La empresa es cualquier cosa menos fácil. Son muchos los intereses y las complicidades existentes. Ya se sabe cómo se reacciona por estos pagos cuando se saca a relucir el fantasma nacionalista. Lo cómodo es lo que propone el Sr Company.
También lo inútil e ineficaz. Para eso -como suele decirse-, es preferible el original.