Sus destinos están ya indisolublemente unidos. La suerte del uno está íntimamente ligada a la del otro. Los avatares de la política y las crisis internas que desmenuzan a sus respectivos partidos han soldado sus singladuras públicas en un hermanamiento que se ha convertido, a estas alturas de la narración, en un auténtico matrimonio preconciliar, de esos que formalizaba antaño la Iglesia Católica y que no los disolvía ni el Papa de Roma.
Usted, señora Armengol, se ha quedado sola y desamparada en su propio partido. Ha decidido defender, pese a las advertencias de tirios y troyanos, una línea política radicalmente suicida, el ‘no es no’ del señor Pedro Sánchez, un camino a ninguna parte que se precipita en el acantilado del aislamiento institucional. Es la única en el PSOE que propugna un pacto de izquierdas para gobernar España. Por eso se ha aislado de entre el resto de los barones regionales socialistas, frente a los otros gobiernos autónomos de su mismo partido y arrastra con ello al PSIB a ser un simple convidado de piedra en la nueva etapa que ahora se inaugura tras este último Comité Federal socialista en el que los seguidores del verdadero e histórico Pablo Iglesias –el fundador del PSOE– tratan de recuperar el protagonismo que han perdido frente a otras opciones más radicales.
Por su parte, usted, señor Jarabo, ha sido enviado por sus jefes de Madrid a salvar a la soldado Armengol. Seguro que recuerda, dadas sus filias cinematográficas, la reconocida película de Steven Spielberg en la que las más altas jerarquías del ejército estadounidense ordenan que el soldado James Ryan, que está combatiendo a los nazis en la Francia ocupada y tras el desembarco aliado de Normandía, sea inmediatamente devuelto a casa para consolar a su madre, que ha perdido ya a sus otros tres hijos en las sangrientas batallas de la Segunda Guerra Mundial.
En este paralelismo históricoperiodístico reconocemos ahora, y con la claridad que otorga el análisis de los hechos concatenados, que la expulsión de las parlamentarias rebeldes Xelo Huertas y Montse Seijas ha tenido un único elemento coadyuvante: la imperiosa necesidad por parte de los máximos dirigentes nacionales podemitas de que la presidenta Armengol sacara adelante sus presupuestos sin ningún tipo de contrapié por parta de los ‘morados’ de Baleares. El objetivo a medio plazo de esta estrategia del otro Pablo Iglesias –el fundador de Podemos– es la de mostrar ante toda España que la coalición entre el PSIB y los ‘morados’ en Baleares funciona a la perfección y que es un test de laboratorio que acabará siendo el catalizador que provocará una reacción a nivel estatal que facilitará un gran acuerdo en el Congreso de los Diputados entre PSOE y Podemos para colocar un presidente del Gobierno común de los dos partidos en La Moncloa.
A la larga y emponzoñada enemistad que usted, señor Jarabo, atesora contra Huertas, Seijas y todos los que en Podemos le han cantado las cuarenta públicamente y a la cara por sus incumplimientos con las bases podemitas, se le añadió como deflagración pública inicial de la crisis su personalísimo pacto con Armengol para acatar un límite de gasto presupuestario que ninguno de sus círculos había aprobado. Y de este pacto deprisa, corriendo y sin ningún apoyo de sus propios compañeros, se pasó sin solución de continuidad a unas cuentes autonómicas en las que la prioridad podemita de incidir de forma potente y enérgica en mejoras sustanciales en los ámbitos de la educación, la sanidad y el bienestar social se convirtieron, siempre a criterio de sus críticos, en auténticas filfas producto de sus reiterados incumplimientos y de su seguidismo a todo lo que le impusiera Armengol. La misma Armengol a la que sus propios jefes de Madrid, señor Jarabo, le han ordenado salvar de toda inestabilidad y a la que garantiza usted su permanencia hasta el final de la legislatura en el Consolat de Mar.
Siendo democráticamente irreprochable que un partido pacte con otro los presupuestos y que en el ámbito de un acuerdo programático se consolide un gobierno de coalición, la verdad que vivimos en Baleares, señora Armengol y señor Jarabo, es que en Podemos se están cortando todas las cabezas de aquellos que se revuelven ante el incumpliendo las promesas, ante la violación de los estatutos asamblearios del partido y ante la falsificación de la auténtica razón de ser del mismo partido podemita: la decisión asamblearia vinculante de los círculos frente a la digitación de las órdenes desde los altos cargos.
Usted, señor Jarabo, ha expulsado de su propio partido a las dos líderes más radicalmente enfrentadas a usted mismo. Y a eso le llama democracia.
Usted, señor Jarabo, salvaguarda su futuro político personal cumpliendo a pies puntillas las órdenes de Madrid: el pacto de Podemos con Armengol debe ser un ejemplo para toda España y nada debe ponerlo en peligro. Y a eso le llama autonomía.
Usted, señor Jarabo, apoyó y avaló a los dirigentes de su propio partido que han chantajeado y menospreciado a una militante que osó enfrentarse en unas elecciones internas a sus protegidos. Y a eso le llama igualdad de géneros.
Señora Armengol, no se preocupe por nada. Pase lo que pase, usted acabará la legislatura siendo presidenta del Govern. Su mejor aliado, el señor Jarabo, no se atreverá a incumplir las órdenes de Madrid. Aunque con ello convierta Podemos en un cementerio de ilusiones.