Señor Alberto Jarabo Vicente, secretario general de Podemos en las Islas Baleares:

Francina Armengol, presidenta del Govern y secretaria general del PSIB, en estos momentos le está, sin duda, eternamente agradecida.

La torpeza con la que usted ha gestionado su particular y personalísima purga estalinista contra los militantes críticos de Podemos le ha servido a la presidenta en bandeja la tranquilidad que desde hace meses no disfrutaba. Y todo ello, señor Jarabo, gracias a su ineptitud política por arremeter desde la visceral rabia personal contra aquellos que no tan solo no le aplauden sus ocurrencias, sino que le exigen simple y llanamente el cumplimiento estricto de los principios fundacionales de su propio partido.

Sólo a un presunto líder ofuscado por su orgullosa autocomplacencia se le ocurre arremeter contra compañeros de partido con acusaciones de “presunta corrupción” basándose únicamente en las expresiones plasmadas en los foros internos de debate. Opiniones libres todas ellas y enmarcadas en el ámbito de la discrepancia orgánica fundamentada en los principios democráticos que la Constitución exige a todos los partidos políticos.

¿En qué democracia cree usted, señor Jarabo? ¿En la democracia que decapita a los que piensan de forma distinta al secretario general? ¿En la democracia que envía al ostracismo y, peor aún, a los campos de exterminio del Gulag siberiano a los que no comulgan con las ruedas de molino del gran líder, de usted? ¿Es esta su democracia, señor Jarabo?

¡Vamos, por favor, señor Jarabo! A usted se le ha atragantado que haya gente en Podemos que no se levante todas las mañanas inclinando su cerviz ante el gran timonel. A usted le repatea el estómago que no todos los militantes de Podemos se maravillen de sus ocurrencias. A usted le encanta tener a su guardia pretoriana siempre sonriendo y dispuesta a matar a cambio de mantenerse cerca del calor que emana de un buen cargo político y, aún mejor, de un suculento sueldo público de miles de euros al mes. Y es que Podemos en las Islas Baleares, señor Jarabo, no es su coto privado de caza.

Con sus tremendos tropiezos ha conseguido que la presidenta Francina Armengol haya conseguido, aunque solo sea por unas horas, dejar de tener el lamentable protagonismo que le ha conferido el teñir de sombras la vida política balear por su oscurantismo personal sobre su participación en los negocios inmobiliarios de su pareja sentimental, el cambio de opinión radical e inexplicado del PSIB sobre la comisión de investigación acerca de la catastrófica desaparición de Sa Nostra, los problemas de estabilidad interna que sacuden a su Govern con graves enfrentamientos internos entre consellers y, entre otros, los presupuestos de la Comunidad Autónoma para el año 2017, hiperhinchados con hasta un 10% más de gasto y nuevos récords absolutos de deuda pública.

Señor Jarabo, ¿para qué votaron a Podemos miles de ciudadanos de las Islas Baleares? ¿Para repetir el esquema flatulento del resto de los partidos? ¿Para tener a otro político, en esta caso usted mismo, en la casta? ¿Para tener que repetir otra vez el “sí señor” ante el iluminado de turno que se cree que por ganar unas elecciones ya está en posesión de la verdad absoluta?

Usted se ha convertido en el mejor amigo de la presidenta Armengol, señor Jarabo. Con sus patinazos políticos, producto del endiosamiento de los autoiluminados por la verdad absoluta, le está toreando. Ya lo hizo en el pasado y usted se quedó siempre con un palmo de narices. Lo dicen -¡oh, casualidad!- sus propios compañeros críticos. ¿Dónde está el cumplimiento de sus virulentas amenazas por los nombramientos de altos cargos socialistas? ¿Y las que día sí y día también repetían por la Facultad de Medicina? ¿Y las prioridades irrenunciables en educación, sanidad y bienestar social?

¡Vaya papelón, señor Jarabo! De venderse a todo el mundo como el único y verdadero vigilante crítico de la gestión del Govern ha pasado a ser el amigo invisible de la presidenta Armengol. Sí, señor Jarabo: amigo porque sus errores tapan a los también errores que comete la presidenta. E invisible porque, sinceramente, su aportación a una nueva política, a un cambio radical hacia la regeneración democrática, ha sido un simple espejismo. Un espejismo que solo usted ve. Ni siquiera sus compañeros. Solo usted. De hecho, se lo han hecho saber y usted ha querido ha respondido intentando eliminarlos.

Y esa era la nueva política. Qué risa si no fuera tan lamentable.