Trump necesita sólo 26 delegados más para conseguir ser el jefe de Estado y de Gobierno del país más poderoso del mundo. La batalla final se libra en los estados de Michigan (16 delegados) y Wisconsin (10 delegados), donde por ahora Trump va en cabeza, en Wisconsin muy holgadamente.
Varios estados han cumplido los pronósticos y han tenido un vencedor esperado. Es el caso de Wyoming, Utah , Nebraska o Texas, donde el magnate ha arrasado como los analistas había adelantado. En cambio, otros estados de la costa este han caído del lado de Hillary Clinton por goleada como era de esperar. Nueva York, Massachusetts o Vermont tienen claro color demócrata. Trump se ha llevado de calle el voto rural y Hillary el de los grandes núcleos urbanos.
A pesar de que en Florida se encuentra la más importante comunidad latina de Estados Unidos, y a pesar de que los improperios racistas que el millonario ha soltado durante esta campaña electoral, el candidato republicano ha conseguido vencer en este estado clave. Tan clave que en los últimos días varios asesores de Hillary Clinton daban por sentado que si esta ganaba en Florida se convertiría en la 45 presidente de los Estados Unidos de América.
Florida ya fue un estado decisivo en el año 2000, cuando George W. Bush le ganó la carrera a presidente a Al Gore en Florida, por una diferencia de tan sólo 537 votos. Y en las elecciones de 2012, Barack Obama le quitó de entre las manos Florida a Mitt Romney por menos del 1% de los votos, unas 74.000 papeletas.
Según una encuesta a pie de urna de la CNN, la distribución del voto en las elecciones estadounidenses por segmentación racial habría quedado así: 70% blancos, 12% negros, 11% latinos, 4% asiáticos.
Además, la cadena informa que el 62% de los electores habría votado antes del mes de septiembre.
Tan sólo el 12% de los votantes ha decidido su voto en la última semana, según una encuesta a pie de urna efectuada por la CNN.