¡Qué decepción! Tras llenarse la boca exigiendo a todos los que la han querido escuchar la necesidad de conformar pactos de acuerdo a la pluralidad electoral y la diversidad de votos de la ciudadanía, ha demostrado usted que todo eso no eran más que auténticas palabras huecas.
Usted no quiere pactos. Usted quiere SU pacto. El pacto que le garantice seguir sentada en la poltrona del Consolat de Mar. El pacto donde todos los demás le rían las gracias. El pacto que supone aprobar sus propuestas y usted no abrir su anquilosada mente a ninguna otra. Esto no es un pacto. Esto es un trágala. Y así no se avanza. Usted, señora Armengol, no quiere pactos. Usted, señora Armengol, quiere mandar. Y punto.
La situación plasmada por la pluralidad de la ciudadanía en el reparto de escaños en el Congreso de los Diputados impide que un partido en solitario imponga a todos los demás su programa electoral. Eso se demostró de forma fehaciente tras los comicios del pasado 20 de diciembre y después de los celebrados el 26 de junio.
Este hecho irrefutable exige pactos. Exige ponerse de acuerdo en aquello en que se coincide, establecer objetivos comunes, establecer estrategias para alcanzarlos, aparcar diferencias, obviar enemistades y trabajar conjuntamente por y para el bien de toda la ciudadanía.
Este es el mandato que han exigido los ciudadanos a los políticos: pónganse ustedes de acuerdo y gobiernen.
Pero esto de ponerse de acuerdo a usted, señora Armengol, no le interesa. O no ha entendido nunca qué es pactar. O no quiere entenderlo. ¡Qué corto su vuelo político! ¡Qué bajas son sus aspiraciones!
Ha tenido la oportunidad de ver y asumir las evidencias que muchos de sus compañeros socialistas finalmente sí han entendido. Han entendido que el PSOE es un partido abonado en estos momentos al fracaso ya que cada vez que va a unas elecciones las pierde y baja en votos. Han entendido que su papel es el permitir que el Estado siga funcionando y desde la oposición obligar al Gobierno a pactar iniciativas que satisfagan a la mayoría de la cámara, como representante de la máxima pluralidad posible del país.
Eso es lo que defienden la mayoría de sus compañeros. El PSOE no quiere que Rajoy sea presidente y no quiere el programa electoral del PP. El PSOE quiere acabar con la parálisis institucional, poner en marcha el país, dar seguridad a los empresarios y ciudadanos y, desde la oposición, apostar por políticas comunes.
Eso quiere el PSOE y eso es lo que usted no es capaz de entender.
Si nos permite el símil, ante el vuelo responsable por encima de la tormenta, usted ha apostado por los alicortos saltos de la gallina, solo preocupada por lo que tiene entre las patas y sin querer saber que, más allá de su exiguo corral, hay un horizonte al que todo el país aspira a llegar.
Señora presidenta, deje de lado sus aspiraciones gallináceas, levante la vista y aspire al horizonte. Y si no lo quiere para usted, déjenos intentarlo a los demás.