Además se sigue constatando que el matrimonio proporciona un entorno más seguro a la mujer, que suele ser la víctima en la mayor parte de los casos de violencia doméstica y exige al nuevo Govern que cuide la protección a la familia y al matrimonio como agentes protectores ante la violencia de género en estas islas.
Así entre cónyuges ha habido en los últimos años una disminución de las denuncias pasando del 29% en 2010 hasta el 21% en 2016.
Entre los exconyuges se ha mantenido en el 12%. En cambio entre ex relaciones de pareja ha ido aumentando del 33% en el 2014 al 36% en 2016. Y se mantiene en un 30% en las parejas de hecho.
En teoría, cabría esperar que hubiera menos riesgo de violencia doméstica entre parejas de hecho, dada la mayor capacidad para negociar sus espacios de autonomía y la mayor facilidad para romper su unión si resulta insatisfactoria. Sin embargo, ocurre lo contrario. Y no es que Baleares sea un caso excepcional. Esta circunstancia se ha puesto de manifiesto en estudios realizados en Estados Unidos ("Why Marriage Matters", 2002, cfr. servicio 101/02) o Gran Bretaña ("Marriage-Lite: The Rise of Cohabitation and its Consequences", cfr. servicio 117/00).
Ciertamente, se podría afinar más el análisis comparativo teniendo en cuenta el nivel socioeconómico o la edad. Pero parece claro que el matrimonio proporciona un entorno más seguro a la mujer, que suele ser la víctima en la mayor parte de los casos de violencia doméstica. La tendencia legislativa se dirige cada vez más a la equiparación legal entre matrimonios y parejas de hecho. Pero lo que la ley no puede hacer es equiparar la seguridad de ambos ámbitos. Y, paradójicamente, puede ocurrir que al dar todas las bendiciones legales a las parejas de hecho, quede más insegura la parte más débil de esa relación.
En la opinión de FFB la estructura familiar es uno de los indicadores más significativos, si no el más significativo, de las variaciones de violencia de género en nuestra comunidad autónoma.
Sea cual sea la metodología empleada, los estudios producen resultados similares: las parejas no casadas sufren más violencia doméstica que las casadas.