La fractura que sufrió el PSOE el miércoles pasado, cuando 17 miembros de su Ejecutiva dimitieron y negaron toda legitimidad a Pedro Sánchez como secretario general, fue la puntilla para un partido que el pasado 26 de junio ya registró su peor resultado histórico en unas elecciones generales, al obtener solo 85 diputados. Antes, el 20 de diciembre, ya había roto su suelo anterior al quedarse con 90. Pues bien, hasta el miércoles, justo antes del cisma de Ferraz, la encuesta de GAD3 que se estaba realizando ya situaba al PSOE con 76 diputados y un 19,8 por ciento de estimación de voto. Era un mal resultado, pero los socialistas aún se mantenían por delante de Unidos Podemos, que obtenían 69 escaños, aunque con un 20,9 por ciento de estimación de voto.
Pero el PSOE de Pedro Sánchez todavía tenía capacidad de empeorar. Cuando estalló la guerra interna en su Ejecutiva, el miércoles por la tarde, el resultado de la encuesta varió. El Partido Socialista se desplomó hasta los 68 diputados, con un 18,6 por ciento de votos, y quedaba por detrás de Unidos Podemos, que se mantenía estable con esos 69 diputados. El salto de la formación de Pablo Iglesias se haría realidad si las terceras elecciones generales se celebraran hoy, tanto en votos como en número de diputados.
La sangría interna del PSOE también ha tenido un impacto en la estimación de voto del Partido Popular. La formación de Rajoy mantenía una moderada tendencia al alza desde el inicio del bloqueo, pero en los últimos días su posición se ha reforzado. Según la encuesta de GAD3, los populares obtendrían ahora 159 diputados, frente a los 137 del 26 de junio y los 123 de los comicios del 20 de diciembre. Hasta el miércoles, el Día D del cisma socialista, el PP obtenía 153 escaños. En apenas dos días se situó con seis más. Esos 159 diputados serían más de los que logró José María Aznar en 1996 (156), cuando llegó a La Moncloa, y los mismos que obtuvo Felipe González en 1993, en su última legislatura.
Con ese resultado del PP, el bloqueo político podría desaparecer en pocos días. Ciudadanos, su socio en la actual legislatura, lograría 25 diputados. Son 15 menos que el 20 de diciembre, y siete menos que el 26 de junio. Es un mal resultado, sí, pero con esos 25 escaños el partido de Albert Rivera podría haber una rápida investidura y tendría capacidad de condicionar el Gobierno de Rajoy durante los cuatro años de legislatura. Su papel político sería más relevante que en la actualidad.
El PP más Ciudadanos sumarían 184 diputados, ocho más de los que marcan la mayoría absoluta en el Congreso. Y un dato: estarían muy cerca de los 186 que consiguió Rajoy en solitario en las elecciones de 2011.
La encuesta revela que Unidos Podemos ha tocado techo y no sube ni por la sangría del PSOE. La formación de Pablo Iglesias se quedaría con 69 escaños, frente a los 71 que obtuvo el 26 de junio, en coalición con Izquierda Unida. Su estimación de voto baja hasta el 20,8 por ciento, tres décimas menos que en las últimas elecciones. No gana ni un solo voto de los que se van del PSOE, pero gracias al desplome de este conseguiría pasarle por encima y convertirse en el principal partido de la oposición. Esa es la única baza que tendría si hubiera elecciones.
Estas son las cartas que hay ahora mismo. ¿A quién beneficiarían unas terceras elecciones generales, el 18 de diciembre? A la vista de los datos, el mejor parado sería el PP, y el principal perjudicado, el PSOE. Para Ciudadanos, cada cita electoral se traduce en una pérdida de votos. Y para Podemos, volver a las urnas supone confirmar que «el asalto del cielo» les queda muy lejos todavía.
El plazo para elegir un presidente del Gobierno acaba el 31 de octubre, dos meses después de la primera votación de la investidura fallida de Rajoy, como marca la Constitución. Si no hay acuerdo, el Rey disolverá las Cortes y convocará elecciones.
La gran duda que existe ahora mismo es qué decisión adoptará el PSOE este mes, después de la dimisión de Sánchez, el defensor del «no es no» desde diciembre. De momento, como recordaron ayer algunos de sus dirigentes, sigue vigente la última decisión aprobada en Comité Federal, que es el «no» a Rajoy. Pero la situación ha cambiado este fin de semana en Ferraz, y otro Comité Federal podría virar hacia la abstención. De esa manera, el PSOE evitaría dejarse por el camino otros 17 diputados si hay nuevas elecciones, según los datos de GAD3. Dadas las circunstancias, los 85 diputados actuales suponen un resultado que hoy por hoy firmarían muchos en el PSOE.
Sin embargo, con la abstención el PSOE corre el riesgo de aparecer como «subordinado» al PP, lo que Podemos aprovecharía para erigirse como único partido que hace oposición a Rajoy. De hecho, Iglesias ya se ha instalado en ese argumento. Este es otro motivo por el que a Podemos no le interesaría ir a las elecciones, pues políticamente se armaría de argumentos en el Congreso si hay abstención del PSOE.
Al cuarto partido nacional, Ciudadanos, tampoco le compensaría volver a las urnas, pues el pacto con el PP ya lo tiene firmado, y las cesiones que está dispuesto a hacer Rajoy también están estampadas en el papel.