Sebastià Taltavull, menorquín y obispo auxiliar de la Archidiócesis de Barcelona, ejerce actualmente el cargo de administrador evangélico del Obispado de Mallorca, un puesto provisional de designación directa desde El Vaticano en el que permanecerá hasta el momento en el que se consolide como obispo titular de Mallorca, sea sustituido por otro sacerdote o directamente por el futuro obispo definitivo, regresando el a Barcelona.
Taltavull no tan solo ha sido designado por Roma para administrar el día a día burocrático de la diócesis mallorquina. Su verdadera y más importante misión es hacer un diagnóstico cercano y profundo sobre la realidad que se vive en el seno del cuerpo sacerdotal de la isla.
Ha sorprendido en la Nunciatura vaticana en Madrid y en los ámbitos romanos la crispación que enfrenta a diversos sectores de la Iglesia católica en Mallorca. Los grupúsculos entre sacerdotes progresistas y conservadores, catalanistas y mallorquinistas, jóvenes y mayores conforman un grupo demasiado heterogéneo que provoca continuos enfrentamientos y disfunciones.
Un ejemplo de ello son las camarillas que se crean alrededor de los distintos vicarios generales que han ido acompañando a los sucesivos obispos mallorquines. Teodoro Úbeda, Jesús Murgui y Javier Salinas, los tres últimos obispos de Mallorca, han tenido cada uno de ellos a su propio vicario general. Este cargo ejerce de ‘mano derecha’ del obispo y ‘filtra’ el acceso hacia la máxima autoridad de todo el resto de los miembros del colectivo católico. Un cambio de vicario general siempre ha supuesto un movimiento de personas en el equipo de gobierno episcopal y en múltiples parroquias y instituciones episcopales.
Tanto en la Nunciatura como en El Vaticano se ha constatado que el defenestrado obispo Salinas no contó con el apoyo de sus fieles y del clero en el conflicto personal devenido por su relación íntima con la esposa de un alto miembro de la casta que engloba a los herederos de las más rancias familias tradicionales mallorquinas.
A este peliagudo caso se ha unido el conflicto económico y patrimonial por las obras de arte del monasterio de SantJeroni de Palma, en el que también han estado enfrentados el propio obispo Salinas y las monjas de esta orden ya que ambos se consideraban propietarios de ellas. Y sobre este conflicto ha sobrevolado la sombra del esposo de la ‘novia’ del ex obispo, Mariano de España, gran conocedor del arte sacro mallorquín, alto funcionario del Consell de Mallorca y especialista en la valoración dineraria de las obras de arte en disputa. De hecho, fuentes conocedoras del caso, han señalado que De España ha movido los hilos para apoyar a las monjas frente a Salinas en el interior del Consell, máxima autoridad en materia patrimonial.
Todos estos hechos han demostrado que Salinas estaba prácticamente solo, como también le ocurrió a Murgui. Y por eso El Vaticano quiere saber cuál es la razón de que los obispos forasteros son tan mal recibidos en Mallorca por los propios sacerdotes y, también, por qué es imposible encontrar aun religioso mallorquín que sume los apoyos de todo el claro para poder ser nombrado obispo de toda la Iglesia de Mallorca.
Tras múltiples entrevistas y visitas a parroquias e instituciones de la diócesis, esta semana SebastiàTaltavull, obispo en funciones de Mallorca y administrador apostólico de la diócesis, viajará a Roma y entregará en El Vaticano su primer informe sobre el estado de crispación interna que vive el cuerpo sacerdotal de Mallorca.
