Tras las elecciones generales del pasado 20 de diciembre, se ha abierto en España un larguísimo período de incertidumbre política, que se ha reflejado en la parálisis de la actividad parlamentaria. Las dos cámaras del Parlamento no se han prácticamente reunido en plenos ni ordinarios ni extraordinarios, ni en comisiones, ni en ponencias… pero los diputados han cobrado religiosamente sus nóminas cada mes. Desde finales de diciembre, más de ocho meses a poco más de 4.000 euros mensuales. Hagan cuentas y envidien a los políticos.
Según el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados de España, ha habido 41 días de actividad parlamentaria. Todo lo demás, o vacaciones o días sin ninguna convocatoria, jornadas en las que los políticos han podido hacer cualquier otra cosa antes que estar en Madrid trabajando.
Y tras el doble fracaso de la investidura de Rajoy, ¿qué? Pues todo seguirá igual a como han transcurrido las cosas hasta ahora. La falta de acuerdos en los temas fundamentales bloqueará los órdenes del día y los trámites parlamentarios, con lo que se espera que haya pocas sesiones plenarias.
La nueva fecha en el calendario es el 25 de diciembre, fecha tope para celebrar las terceras elecciones generales. Las terceras en solo un año. Con un Gobierno en funciones, con un Congreso en funciones y con los salarios mensuales de los políticos a pleno rendimiento.